Portada del sitio > Archivos Sonoros > Las aulas invisibles de Ana Vásquez

Las aulas invisibles de Ana Vásquez

Martes 9 de febrero de 2010, por Eduardo Olivares Palma

Amigos y colegas se reúnen este jueves 12 de enero en la Maison de l’Amérique Latine [1] para rendir homenaje a Ana Vásquez, investigadora chilena fallecida en París el 18 de noviembre pasado. La Francolatina publicó entonces esta nota que actualizamos como una manera de sumarnos a este nuevo homenaje a una mujer notable y talentosa.

Antes de conocerla y de tener durante algún tiempo el privilegio de compartir algunas ideas y un poco de su amistad, supe de Ana Vásquez-Bronfman a través de Los búfalos, los jerarcas y la huesera. En ese relato escrito poco tiempo después del golpe de estado en Chile, Ana rompía con un discurso un tanto autocomplaciente acerca de la solidaridad y la fraternidad que marcaban las relaciones entre quienes supuestamente enfrentaban unidos el destino común al que la dictadura los condenaba a todos por igual.

Como suele suceder, muchos partidarios acérrimos de aquello que "la verdad es siempre revolucionaria" descubrieron entonces que, en realidad, dependía del momento. Que, como dijera un "prohombre" de la transición chilena, la verdad sí pero...en la medida de lo posible. Como no estuve asilado en la Embajada de Francia, no tuve posibilidad alguna de personalmente aludido. Pero viviendo en Francia, no pude sino asistir a más de un debate enardecido entre defensores y detractores de su libro.

La verdad es que, por muy crítica que haya sido, nadie podría reprocharle a Ana la muy poca empatía que el tema de los exiliados tuvo y tiene en Chile. Indiferencia que se prolonga hasta hoy con la exclusión de la vida política de quienes voluntaria o involuntariamente viven fuera del país. Pero sí se le puede reconocer el habernos ayudado a tomar conciencia de muchos aspectos de nuestra condición de exiliados que no queríamos o no podíamos ver. En ese trabajo, Ana colaboró con otras investigadoras latinoamericanas preocupadas por una situación que afectaba a gran parte del subcontinente.

Moscú, París, La Calera...

Con el tiempo, la vida y el periodismo me dieron la posibilidad de conocerla personalmente, de conocer su fascinante historia de hija de emigrantes rusos y de descubrir con gran alegría que, además de muchas otras cosas, compartíamos una relación particular con La Calera, el pueblo en que yo crecí y al que ella puso en el corazón de uno de sus mejores libros: Las jaulas invisibles.

Como una manera de recordarla a quienes la conocieron y de acercarla a quienes no tuvieron oportunidad de oírla compartir su suave pero obstinada convicción, queremos compartir cuatro extractos de una conversación sostenida el año 2002 en un café de Santiago de Chile. El día anterior, en la ceremonia de presentación de Las jaulas invisibles, alguien la había emocionado diciéndole que ella "era parte de Chile". Al día siguiente, Ana nos habló de as dificultades que encuentra el deseo de retorno de los exiliados, de los lazos misteriosos que unen nuestras historias personales y la "gran" Historia. De su padre emigrado de la Rusia zarista, de la criada “de novela” que estuvo largos años a su lado y de las "jaulas invisibles". Esas que "La Nicha", como la llamaban sus amigos y su gente, acaba de cambiar por aulas invisibles desde la que -al igual que en esta entrevista- seguirá compartiendo con nosotros su pasión y su sabiduría.

Escuchémosla. [2]

Eduardo Olivares Palma

Portafolio


[1A las 18h30. Ver más detalles

[2Además de escucharla aquí, puedes descargar la grabación a tu computador. Clic aquí