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Macarena Aguiló y Miguel Coyula: érase una vez la revolución
Viernes 25 de marzo de 2011, por
Con sus largometrajes "El Edificio de Chile" (documental) y "Memorias del Desarrollo" (ficción) ambos realizadores se apoyan en destinos individuales para interrogar y releer las aventuras colectivas y colectivistas de los años ’60 y ’70.
Si algo escucharon a menudo en su infancia tanto Macarena la chilena como Miguel el cubano, fue el famoso "Patria o muerte" con que Fidel Castro terminaba sus famosos discursos en la Plaza de la Revolución. Un slogan que, en plena efervescencia revolucionaria de los años 60, fue adoptado por numerosas organizaciones izquierdistas de América Latina. Entre ellas, el MIR en el que que militaban los padres de la chilena Macarena Aguiló.
Como tantos otros, los Aguiló debieron salir al exilio después que Pinochet y los suyos pusieran abrupto fin al "socialismo a la chilena" de Salvador Allende. Pasada la debacle inicial, los padres de Macarena hicieron parte de aquellos militantes que consideraban que era su deber volver a Chile para resistir y poner fin a la dictadura. Naturalmente, en una tal aventura no había cabida (segura) para los niños.
Así nace el proyecto "Hogares", una suerte de gran internado en el que los hijos de los militantes que ingresaban clandestinamente a Chile esperarían hasta que la "victoria final" permitiera el reencuentro. Después de algunos intentos por instalarlo en Europa, el proyecto se materializó en La Habana, en lo que aun hoy los vecinos del barrio Alamar llaman..."El edificio de los chilenos".
Mediante entrevistas a sus propios padres y hermanos biológicos y "sociales", [1] Macarena quiso hacer una película para explicar y explicarse una experiencia "singular" y a menudo dramática para muchos de quienes la vivieron. Especialmente dramática cuando, luego de su retorno al país, ella y muchos otros descubrieron que un manto de silencio se empeñaba en mantener ocultos ése y otros episodios dolorosos de la vida durante la dictadura.
Del "subdesarrollo al "desarrollo"
Fue en 1968 que el realizador cubano Tomás Gutiérrez Alea llevó a la pantalla la novela homónima de Edmundo Desnoes, Memorias del subdesarrollo", relato de las dificultades de un "burgués" cubano en tiempos revolucionarios. Una película que se convirtió rapidamente en un verdadero clásico del cine iberoamericano de todos los tiempos. 40 años después, el joven realizador cubano Migual Coyula, cuyos padres lucharon clandestinamente contra la dictadura batistiana, decidió consagrar su opera prima a otra novela de Desnoes: Memorias del Desarrollo.
En ésta, son otros los tiempos y otras las razones por las que Sergio - mezcla según Coyula del Extranjero de Camus y del Lobo estepario de Herman Hesse - vive como un inadaptado que no se hace cargo de nada. Ambientada principalmente en La Habana y Nueva York, la película propone una lectura apasionante de la revolución cubana vista por un joven cineasta que no ha olvidado ni las imágenes estereotipadas de los "super héroes" de la Revolución que poblaron su infancia, ni la decepción que sintió cuando debió asumir que eran tan solo seres de carne y hueso.
Una mirada que Coyula transmite con una maestría que le ha valido a Memorias del Desarrollo ganar, entre otros, el premio a la Mejor película en el Festival de Cine de la Habana en Nueva York 2010; al Mejor Largometraje en el Dallas Video Festival 2010 y el Premio Semilla a la Innovación en el Festival Cero Latitud 2010.
Macarena Aguiló y Miguel Coyula estuvieron en el último Boulevard Francolatino de nuestra serie consagrada a los Encuentros de Cine de América Latina. Te invitamos a escucharlos.
[1] El proyecto consideraba "padres sociales" a los militantes adultos que se ocupaban de los niños y "hermanos sociales" a los otros niños del internado.