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Aprendiendo de y con los otros
Sábado 5 de diciembre de 2009, por
¡Buenos días tía Beba!, es lo primero que escucho al entrar a la sala con mis alumnos y alumnas de 10 años en la hermosa ciudad de Temuco (al sur de Chile y con una población cercana a los 270.000 habitantes)y junto a ese saludo, un gesto de afectuosidad, una mirada cómplice o una sonrisa estimulante. As¡, comienza una nueva jornada de trabajo, pero ya es un placer si recibes, consciente o inconscientemente, una disposición favorable hacia ti y tu desempeño. Es cierto que el recorrido es largo, y que quizás, tendrás que lidiar con el letargo de tus colegas, le desigualdad del sistema o la falta de compromiso de los padres, pero no importa, ¡para eso estamos!, para intentar doblar la mano al destino educativo de un pa¡s que pretende madurar en diferentes ámbitos y que, sin embargo, no termina de reaccionar frente a su mayor debilidad; la educación que le proporciona a sus ciudadanos.
Aquí, en la región Nord-Pas De Calais, en el norte de Francia, bien podría decir que es como en el sur de Chile: acogedor y con gente cariñosa, quizás debido a su clima, que al igual que el sur chileno es frío, lluvioso y donde el día se acaba cuando comienza la "once" [1](sobretodo en invierno). No es coincidencia entonces que me sienta "casi" como en casa. "Casi" porque al llegar al liceo o al colegio, donde trabajo como profesora de español, siento que el afecto y la complicidad se han perdido en los 11.000 kilómetros que separan a ambos continentes; un afecto que se manifiesta en gestos tactiles cotidianos, espontáneos y honestos que se realizan con una naturalidad que no encuentro en Francia y que me hacen falta. Una complicidad de gestos y miradas que no las cruzo aqui y que me transmiten confianza, seguridad y aprobación. Estos pequeños detalles me hacen pensar que quizás la distancia ha sido el culpable de aquello.
Sin embargo, esta experiencia ha sido, no sólo en la parte profesional, sino también en lo personal, un enriquecimiento enorme. El hecho de no encontar el mismo afecto y la misma forma de relacionarse con el otro no ha sido impedimento para que esta experiencia sea enriquecedora, lo que sucede es que ha sido diferente a lo ya conocido y acostumbrado. Conjuntamente a ello, el volver a ser "estudiante" y dejar el rol de "profesor" por unos momentos te hace conectar integramente con la realidad, con lo cotidiano, lo esencial: las relaciones humanas en una cultura que no te pertenece y que ademas es muy diferente a la propia.
Ahora bien, este "encuentro" con sus respectivas diferencias te pueden marcar de dos maneras; el positivo, es decir, querer adentrarte en aquel mundo nuevo y descubrir sus fortalezas, debilidades y oportunidades o del negativo, cerrarte como una ostra y no querer abrirte a la posibilidad de descubrir a otros y con los otros.
Mi opción ha sido la primera, el abrirme y descubrir a los otros y con los otros dejando de lado (o intentándolo por lo menos) los prejuicios y/o estereotipos que de ello tenía. Mi primera visita al país galo, en el 2006, fue, por decirlo asi, "en visita oficial" por cuanto formaba parte de los cientos de asistentes de español que vienen a participar en la formación de los alumnos en dicho idioma en diferentes establecimientos queda comoeducacionales del pais como parte del intercambio cultural entre Chile y Francia.
Durante ese año escolar pude vivenciar en terreno, no solo las diferencias de los sistemas educativos, calidad docente, metodologías de trabajo, relaciones personales y todo lo que involucra el mundo educativo, sino que también tuve la posibilidad de compartir actividades sociales (especificamente deportivas, soy basquetbolistica adicta...)que hicieron que me decidiera a quedar otro año mas. Pero, ¿dónde? y ¿haciendo qué?.
El hecho de haber escogido y comenzado mi master en Relaciones Interculturales y Cooperación Internacional aqui en Francia y estar hace casi dos años conviviendo con los ciudadanos de este pais y sus diferentes organizaciones y estamentos, no solo me ha posibilitado entrar en una dimensión desconocida (pero 100% cautivante) sino que también me ha dado la posibilidad de mirar mi experiencia personal, mis vivencias y mi país con una distancia que me permite tener una visión mas objetiva de las cosas, no dejándome llevar por las pasiones, las influencias mediales o las experiencias previas vividas por tus cercanos.
De esa forma, la importancia de aprender de y con los otros no solo queda como teoría sino que toma forma y se concretiza en la cotidianidad, en la vivencia personal de estos dos años. Sumado a ello, el poder compartir con la sociedad francesa en una instancia menos formal que la educación, como es el deporte, nutre de instancias de convivialidad y momentos de distensión pero también de instancias de complejidad pues la competitividad esta presente...pero me gusta. Una sana competitividad que hace que, a pesar de las diferencias culturales, linguísticas y personales que pueden existir en el grupo, éste se une para lograr un objetivo comun, el triunfo.
Este triunfo es el que me motiva a buscar siempre nuevas oportunidades y desafíos, a buscar experiencias que me hagan crecer como profesional y que me sirvan para ayudar a los otros como forma de crecimiento personal.
...¡Hasta mañana tía Beba!, es la oración con la cual finaliza la jornada de trabajo y comienza, a su vez, una nueva búsqueda del otro.
[1] Versión chilena del "goûter" francés